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Leo, critico, juzgo, opino y soy incapaz de escribir una línea o un verso. Me estoy convirtiendo en un viejo cascarrabias.

Recuerdo aquella época que ya se va haciendo lejana, como el horizonte.

Seguía viviendo en la misma casa que ahora moro, con unos horarios parecidos. Pero todo era diferente. Hasta hubo un escritorzuelo del tres al cuarto que intentó retratarme, pero sólo interpretó la partitura de mi vida de oídas.

¿Por qué, Verania, todo tuvo que suceder del modo en que sucedió? ¿Por qué no fuimos capaces de continuar aquella historia que parecía podía comenzar entre aquellos capítulos de aquel relato?

¿Cuántas veces la ciudad ha visto mis pasos por determinadas zonas, y hasta los gatos me miraban con sus linternas, extrañados de verme tan solo y siempre a las mismas horas por los mismos sitios?

Hoy tampoco tiene 'r' el nombre del día de la semana y he acudido al mismo restaurante. Estaba ella, pero no me he fijado en ella, me lo ha impedido tu rostro desaparecido, Verania.

Y entre tanto, mientras echo de menos aquellas fugaces semanas en que parecía que nuestras soledades acabarían por desembocar en una vida de plenitud, sigo leyendo y criticando, incapaz de volver a escribir, ni siquiera un verso, como atenazado por tu ausencia.