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Un tigre o un felino similar se abalanzaba sobre mí, más que saltar volaba hacia mi rostro, enfurecido, pero su salto o vuelo, más imponente que el de cualquier plusmarquista de longitud de la historia, incluso de la historia futura, nunca acababa, nunca me alcanzaba. Yo caminaba por un estrecho sendero umbrío a causa de la innumerable cantidad de árboles de altura gigantesca, y él se planeaba frente a mí. No sé por qué estaba borracho y no sentía miedo de aquel enorme félido volador que acabaría conmigo en cuanto impactara contra mí.

Pero nunca llegaba.